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lunes 13 de agosto de 2007   

Las claves tras el éxito de Molino Collico 

La joya industrial de Valdivia 

Son seis generaciones que sacaron adelante uno de los molinos más modernos del mundo. Su receta: colaboración con los agricultores y apertura a nuevos rubros.

Por estos días Narciso González tiene dos grandes preocupaciones. La primera es vigilar la siembra del trigo de invierno en sus campos del valle de la Mariquina, en la Región de los Ríos.

La segunda, eso sí es menos estresante. González debe preparar sus maletas para viajar a Rosario, Argentina, para asistir a un congreso mundial de tecnología cerealera. Lo que lo tiene feliz es que, aparte de los regalos que traerá para su familia, el recorrido es completamente gratuito. Porque González ganó el viaje fuera del país que todos los años entrega el Molino Collico al proveedor con la mejor calidad de trigo de esa cosecha.

Esa es sólo una de las aristas de una de las relaciones entre trigueros y procesadores más sui generis de Chile.

La tradición nacional era pagar por volumen entregado. Sin embargo, el modelo triguero del molino valdiviano se basa en la calidad del grano. Es decir, a mayor cantidad de gluten, la proteína que permite la elasticidad de la masa panadera, mayor es el retorno del productor.

Otra característica diferenciadora es que Collico tiene varios programas de mejoras de la productividad y gestión de sus agricultores. Un profundo cambio frente a la historia nacional de conflictos y desconfianza en las relaciones entre trigueros y molinos.

"Collico representa un ejemplo muy interesante en Chile. Son pocas las empresas, en cualquier rubro, que trabajen en forma tan cercana con los agricultores", afirma Víctor Valentin, presidente de la Sociedad Agrícola de Valdivia.

De hecho, muchos hablan del "modelo valdiviano". Uno que debido a su éxito trasciende al mundo triguero.

Todo un merito, si se tiene en cuenta que el Molino Collico es una empresa industrial de provincia, de tamaño mediano y que controla sólo el 3,5% del trigo que se procesa en el país.

Calidad de otro quintal

Una de las mayores quejas de la industria procesadora del trigo es que los productores chilenos le entregan una materia prima de baja calidad. Esa carencia la obliga a invertir fuertes recursos para tener una harina de condiciones óptimas.

La principal herramienta de los molinos es comprar trigos "mejoradores" fuera del país. Para Collico, el costo de transporte hace poco viable traerlo desde el puerto de San Antonio. De hecho, movilizar el cereal desde allá es más caro que el flete naviero desde Canadá.

La respuesta de los valdivianos fue desarrollar variedades de trigo de alto desempeño industrial para sus agricultores. Pero una cosa es desearlo y, otra, tal como lo hicieron, es meterse las manos al bolsillo e invertir en investigación.

A través de un trabajo conjunto con la empresa temucana Semillas Baer y con el Inia mantienen planes de mejoramiento genético. Eso implica realizar estudios de campo, implementar un laboratorio de análisis y financiar parte del trabajo de su contraparte.

De esta forma, comenzó a tomar forma un círculo virtuoso.

El Molino Collico es capaz de entregar una semilla con, por ejemplo, una mayor calidad de gluten. Los agricultores se ven motivados a adoptar esas innovaciones debido a que la estructura de pagos privilegia la mejor calidad.

Sin embargo, el estilo valdiviano no termina allí. Junto con la "zanahoria" de las mejores semillas y el "garrote" de los precios, el apoyo a las labores de campo juega un papel clave.

A mediados de los 90 se convirtieron en una de las primeras empresas del país, de cualquier rubro, en utilizar el recién inaugurado Programa de Desarrollo de Proveedores de Corfo.

El objetivo específico de Molinos Collico fue introducir las Buenas Prácticas Agrícolas, BPA, iniciativa que apunta a un uso eficiente e inocuo de los insumos y a la capacitación del personal que los aplica.

"Los trigueros de Collico fuimos los primeros en tener programas de BPA, que antes estaban restringidos a la industria exportadora de fruta. Obviamente, eso potencia la rentabilidad que podemos obtener", afirma Narciso González.

Una vez terminado el aporte estatal, decidieron seguir con el programa, esta vez financiado con aportes de los agricultores y del mismo molino.

Ese plus es vital en momentos que los costos laborales y de los insumos sólo conocen el camino de subida.

Demanda más refinada

Al final de ese proceso de mejoramiento continuo se encuentra la posibilidad de Collico de entregar una producción más diversificada.

Guillermo Schwarzenberg recuerda que hace dos décadas, cuando asumió la dirección del molino, producían dos tipos de harina, los que tenían pocas diferencias entre sí. En cambio, hoy su catálogo de tipos de harina suma 25.

"La demanda es mucho más especializada. Las panaderías y pastelerías han evolucionado mucho en los últimos años. Por ejemplo, hay una masiva incorporación de las tecnologías de refrigeración", recalca Doris Knopel, jefa de Control de Calidad y Desarrollo de Collico.

A eso hay que agregar la creciente demanda de la industria salmonera. Frente al encarecimiento de la harina de pescado, la principal fuente de alimentos para la piscicultura, las empresas de ese rubro se han volcado a convertirse en "vegetarianos" a esos peces.

Desde mediados de los noventa el molino comenzó a investigar cómo el trigo podía formar parte de la dieta salmonera. Junto a un par de empresas fabricantes de alimentos exploraron algunas características notables del trigo. Desarrollaron productos que además de dar la consistencia necesaria para que el pellet se disuelva en el momento adecuado, permite mantenerlo a una profundidad intermedia, pues los salmones no comen ni cerca de la superficie marina ni en el fondo de la jaula.

Eso sí, debido a que se trata de desarrollos patentados, en Collico se excusan de dar detalles sobre los productos que desarrollan para los salmoneros.

En lo que sí no tienen problemas para hablar es del efecto que ha tenido ingresar a la cadena salmonera.

"Son empresas que exportan a todo el mundo. Debido a las demandas de inocuidad de los consumidores, los importadores y supermercados ahora les exigen informar de todo su proceso productivo. Eso nos impacta directamente, pues nuestros trigueros van a tener que ser los primeros del país con trazabilidad predial", afirma Guillermo Schwarzenberg.

Para resolverlo, Molinos Collico, con el apoyo de Corfo, comenzó el año pasado un programa de asesorías a sus productores. La idea central es mejorar su capacidad de gestión. De esta forma, junto con asegurar la trazabilidad, se puede mejorar la rentabilidad del negocio de los agricultores.

Del lado de los trigueros se mira con expectación este nuevo paso.

"No quiero sonar pretencioso, pero los agricultores de Collico hemos trabajado duro por lograr un nivel que nos ubica entre los mejores del país. Cada exigencia ha ido acompañada de una recompensa en cuanto a ingresos. Con el tema de los salmones debe ser igual", afirma Narciso González.

Al parecer hay Molino Collico para un siglo y medio más.

La voz del patriarca

Roberto Kunstmann, presidente de Sociedad Industrial Kunstmann, propietaria del Molino Collico, tiene claro cual fue el mejor momento de los 68 años que ha trabajado en la empresa.

'El día después del terremoto de 1960 se presentaron todos los trabajadores en la empresa. Valdivia estaba destruida y ellos igual vinieron'. Obviamente, los despachamos de vuelta a sus casas para que fueran a repararlas. Ese compromiso me emociona hasta hoy.

Kunstmann cree que esa respuesta se debió a la cultura de respeto que sus antepasados inculcaron en la compañía. Explica que esa actitud les ha redituado con creces: en el siglo y medio de vida, el molino ha tenido una sola huelga, pero no por demandas locales, sino que por una orden desde Santiago.

Empezó a trabajar en abril del 1939 como junior. Su labor consistía en barrer los pisos y preocuparse de la correspondencia. A mediados de los años 50, junto a un primo y un hermano, formó parte de la cuarta generación de la familia en dirigir la empresa.

De sus 88 años de vida Kunstmann saca una clara lección para los jóvenes emprendedores.

'Lo principal es tener fe en el proyecto que uno quiere desarrollar. No hay que claudicar en los sueños, esa es la base del éxito'.

El "modelo valdiviano" es hijo del rigor.

Debido a los casi 900 kilómetros de distancia con el único puerto cerealero del país, San Antonio, en la V Región, no está en capacidad para usar el trigo de alta calidad importado desde Canadá o EE.UU., tal como lo hacen los grandes molinos de la zona central.

"La única posibilidad de mantenernos como empresa es contar con productores de trigo en las cercanías. Si desaparecen, el molino también lo hará. Es por eso que tenemos que formar una alianza muy fuerte", afirma Guillermo Schwarzenberg, gerente general de Sociedad Industrial Kunstmann, propietaria de Molino Collico.

Pero las dificultades no sólo son geográficas, sino que también históricas.

Desde que el inmigrante alemán Hermann Kunstmann fundara el molino en 1853, Collico es una de las tres empresas más antiguas en operaciones en el país, tuvo que superar duras pruebas.

Durante la Segunda Guerra Mundial la empresa fue intervenida, al igual que el resto de las firmas en manos de descendientes de germanos.

Como si eso no fuera suficiente, el terremoto de 1960, el mayor de la historia mundial, y las inundaciones posteriores destruyeron buena parte de su infraestructura.

Pero el molino consiguió no sólo sobrevivir, sino que incursionar en nuevos rubros. En el caso de las levaduras industriales controla un 30% del mercado nacional. También fue pionero en el uso de trigo como materia prima para la fabricación de alimentos para salmones.

Eduardo Moraga Vásquez.

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