Forraje de Caballos, Comida de Equinos
Anónimo Jueves 21 de Junio del año 2007 / 19:59

MANEJO ALIMENTARIO DEL EQUINO

Fuente: Federación de Criadores de Caballos Chilenos

Tanto el criador de caballos, como también quienes practican deportes ecuestres, continuamente se ven abocados a tener que solucionar estados anormales de salud en sus animales, especialmente, en los estabulados. Ello, debido al mal uso y manejo de los alimentos que emplean para el racionamiento diario.

No basta con disponer de alimentos, ni conocer el valor nutritivo de ellos, ni saber acerca de los requerimientos nutritivos de los equinos en sus diferentes estados. Es necesario, además, tener conocimiento de la forma aplicada de racionar los animales y de las respuestas que éste puede dar ante situaciones alimentarias anormales.

El racionamiento debe obedecer a una conducta determinada en relación a la fisiología digestiva del caballo, logrando con ello una buena utilización de los alimentos; a la vez que evita los trastornos gastrointestinales que son tan frecuentes en los equinos.

Calculado el valor nutritivo de la dieta y equilibrada a las necesidades del caballo, según peso vivo y tipo de trabajo y estado, y considerando los requerimientos diarios de alimento seco a consumir, proteína, energía, minerales y vitaminas; debe cuidarse la presencia de elementos tóxicos; sea por alimentos en descomposición, mal conservados o agentes extraños. Todos estos requisitos permitirán una calidad adecuada de la ración a proporcionar.

El caballo por naturaleza, y especialmente, el que está estabulado, tiende a comer más de lo necesario. Es prudente, entonces, racionarlo, considerando su apetito, sus características digestivas y metabólicas. La anatomía y topografía del tracto digestivo del caballo es muy especial. A su estómago de tamaño reducido y construido en forma de fondo de saco, se le agrega un intestino grueso con sectores muy particulares (ciego) en continuas subidas y bajadas; trayecto que debe seguir el alimento en tránsito. Agréguese a ello que el factor individualidad, influye marcadamente en su comportamiento. (Ver figura 1)

La forma más adecuada de racionar los equinos, debe consultar los siguientes aspectos:

BEBIDA

Condición fundamental es que el agua sea de buena calidad, debiendo proporcionarse en una cantidad que esté de acuerdo al momento y estado en que el animal se encuentra. El caballo sediento, después de un trabajo exigido intensamente y, sobre todo, en épocas calurosas, debe fraccionar el consumo de agua para prevenir cólicos, producidos por la llegada brusca de agua fría al estómago en mucha cantidad.

Se estima que indiferentemente el caballo puede ser abrevado, tanto antes como después de comer su ración. Sin embargo, parece ser más lógico dar de beber después del consumo de los forrajes, permitiendo o facilitando el tránsito de ellos. Es recomendable también, dar agua antes de la ingestión de alimentos concentrados. Esta última práctica evita el consumo brusco de dietas concentradas, que es causa frecuente de alteraciones del tracto digestivo. Por otro lado, también se evitan las bajas de digestibilidad que sufren las dietas concentradas cuando son presionadas a evacuarse rápidamente del estómago al ser influenciadas por volúmenes hídrico exagerados. (Cuadro 1 abajo)

EQUILIBRIO NUTRITIVO

Este concepto está relacionado al hecho de que el caballo exige un determinado nivel de nutrientes de acuerdo al tipo e intensidad de trabajo que esté efectuando. Obviamente, las menores exigencias se producen cuando el animal no trabaja. El reposo o descanso sólo necesita niveles de mantención; para lo cual, el pastoreo exclusivo o un heno promedio son suficientes.

El trabajo, cuando cambia de liviano a semipesado o pesado, aumenta marcadamente las exigencias, siendo necesario incorporar concentrados. (Cuadro 2). Es aquí donde comúnmente se producen estos cambios de exigencias, debe procederse al reajuste de las dietas, considerando el valor nutritivo de los alimentos en uso y los requerimientos del animal según actividad. (Usar tablas del NRC)

Al cambiar las demandas nutritivas, se tendrá precaución de efectuar un aumento paulatino en la cantidad de la dieta; cantidad que debe, de preferencia, expresarse más como peso en kilos de alimento, que como volumen. Ello, dado que según el estado del alimento (molido, chancado o entero, como es el caso de los granos), variará su volumen. Es particularmente, al agregar concentrados o granos aislados, cuando existe la mayor posibilidad de alteraciones digestivas; más aún cuando se intercalan períodos de descanso sin disminuir la cantidad ni la riqueza nutritiva de la dieta.

En tales circunstancias, el caballo muestra sensibilidad a las alteraciones de tipo congestivo (infosura, mioglobinuria, paraxística, cólicos, sobrecargas digestivas), al permitir que por un manejo inadecuado de las dietas, se altere la motilidad intestinal, el microbismo y las secreciones, generando derivados tóxicos que producen los trastornos señalados.

DISTRIBUCION DE LA DIETA

La proporción de la dieta que debe darse diariamente, dependerá del tipo de actividad que desempeñe el caballo en el transcurso del día. Aparte de que el animal disponga de plena quietud y tranquilidad para consumir su dieta, ésta deberá ser más abundante al iniciarse los períodos de descanso más prologados, en especial, la fracción más voluminosa de la ración, como son los forrajes.

La ración concentrada debe ser consumida en lapsos no muy prolongados, de preferencia no superiores a media hora. Si la cantidad necesaria de concentrado, según cálculo, es mayor, dada la intensidad del trabajo, es preferible fraccionarla en varias parcialidades diarias.

En general, el caballo debe disponer del tiempo que sea necesario para ingerir su ración, efectuándola a un ritmo normal. Ello permitirá avanzar lo suficiente al alimento en el tracto digestivo, antes de reiniciar el trabajo. De no ser así, el estómago, todavía lleno, limitará la amplitud respiratoria, la digestión activa retendrá mayor cantidad de sangre a nivel digestivo y no habrá la traslocación nutritiva adecuada a nivel muscular.

De preferencia, la fracción concentrada de la dieta, se dará en los períodos de descanso intermedios, más cortos, como el mediodía, prefiriendo el mayor volumen del forraje, proporcionarlo durante la noche. Un racionamiento práctico puede ser el indicado en el Cuadro 3.

FORMA DE ENTREGA DE LOS INGREDIENTES DE LA RACION

El estado o la forma en que se entregan los constituyentes de la dieta, deben tender a hacerla siempre lo más palatable posible, y ser fácilmente masticada e ingerida, a la vez que permita una buena digestibilidad y eficacia nutritiva. Ello es particularmente importante cuando el caballo dispone de lapsos reducidos para alimentarse a través del día, caso en que interesa que aumente la velocidad de ingestión, bajando el correspondiente gasto de masticación y tránsito digestivo a la vez de acelerar la velocidad de digestión.

Esto es, particularmente trascendente para la fracción de glúcidos de los alimentos, los que al ser precozmente atacados por las enzimas a nivel del intestino delgado, aceleran su absorción bajo la forma de glucosa, la que se metaboliza en forma directa y favorece las necesidades energéticas del trabajo muscular. Por otra parte, se disminuye la pasada de glúcidos al intestino grueso, donde, por fermentación microbiana, se producen pérdidas de energía y donde se generan ácidos grasos volátiles de menor rendimiento energético que la glucosa.

Tanto el picado de los forrajes, como el chancado de los granos duros, sin llegar a una molienda excesiva, como el remojarlos previamente, y, últimamente, el peletizado de los alimentos, no solamente, favorecerán estas situaciones de masticación (especialmente en animales con dentadura alterada), ingestión y metabolización, sino que, también, evitarán la pérdida física de alimentos antes de ser ingeridas por el caballo, o durante su proceso de aprehensión. A la inversa, alimentos demasiado purulentos se evitarán para disminuir las dificultades de masticación, particularmente la alteración de vías respiratorias, enfisema, etc., siendo en muchos casos recomendable humedecer los alimentos previamente: caso de los henos.

Otros tipos de manipulaciones previas de los alimentos antes de ser ingeridos, tales como la fabricación de mashes, la cocción, tratamiento al vapor bajo presión, obedecen a situaciones más puntuales, no siendo de interés indicar para el caso del caballo chileno. Sólo cabe agregar, que cuando se usa, normalmente, concentrados en forma continuada, cuando su ingestión es alta, es recomendable intercalar alguna dieta parcial desintoxicante o ligeramente laxante a base de afrecho de trigo de linaza u otro ingrediente de acción semejante; lo que facilitará la regularización y mantención del proceso digestivo.

HIGIENE ALIMENTARIA

No se obtienen buenos resultados en la alimentación del caballo, si aunque la ración siendo equilibrada y bien racionada, no reúne las condiciones de higiene necesarias en cada uno y en la totalidad de los ingredientes que componen la dieta.

Así como la forma o estado en que los alimentos son entregados, al igual que el equilibrio de la dieta, constituyen causas de alteración de la salud, cuando no son normales, la presencia de materias extrañas, hierbas espinosas, alimentos enmohecidos, plantas tóxicas, etc., provocarán trastornos de diversa índole y gravedad.

Un desequilibrio en la dieta, provocará estados carenciales o menor rendimiento animal. La forma inadecuada de presentar el alimento, acarreará dificultades de masticación, ingestión, digestión, procesos mecánico-digestivos, alteración de vías respiratorias. Alimentos en mal estado, enmohecidos, fermentados, generarán toxinas con las consecuentes alteraciones de la salud. De igual manera, las plantas tóxicas que se incorporan a los forrajes nobles cosechados, o consumidos en talajeos directos inadecuados, por sus principios tóxicos activos pueden ser causa de graves trastornos.

Puede resumirse finalmente, que alimentar caballos, constituye una ciencia y un arte, en que intervienen múltiples factores conjugados entre el animal y el ambiente que lo rodea. Es una ciencia, porque requiere del equilibrio de factores biológicos; y constituye un arte, porque la intervención del hombre es decisiva al dosificar cada uno de los elementos en juego señalados, para obtener una resultante útil y eficiente.


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