“El oasis del desierto” solía ser la vieja frase slogan de Pica, un oasis rústico que ofrecía La Cocha (una piscina termal que es un verdadero balneario), limones, mangos y naranjas como sus principales cartas de presentación al mundo. Hoy en cambio, en el año en que se celebran 50 años de su Municipio, el pueblo presenta una nueva cara, que se comenzó a construir de a poco, pavimentando las calles y entendiendo que el turismo es su foco de desarrollo.

La Cocha Rebaladero sigue siendo la misma, el agua es de la misma vertiente y el precio es el mismo, sin embargo la fachada ha cambiado por completo. Hace un par de años se inició un proyecto que apuntaba a modernizar esta piscina natural de agua de vertiente que recibe a miles de turistas mensualmente. La remodelación insertó áreas verdes al lugar, además de un sector para eventos en la parte no apta para el baño, que ahora consta de un escenario y amplio espacio para público. También se hizo una adición de baños y duchas, una mejora más que necesaria si se veía cómo era antes la higiene del lugar.

Mucho de esta nueva vida de Pica, iniciada hace poco más de 10 años, tiene que ver con la presencia cercana de empresas mineras, “Collahuasi, Cerro Colorado y Quebrada Blanca se ponen harto con el pueblo” dice José Mannicello, administrador de la Hostería O´Higgins, que ha visto crecer el pueblo como habitante y como empresario. El Hotel lo comenzó su madre, hace más de 20 años sólo con ocho piezas. Hoy, con la administración de José, tienen 15 piezas (a $6500 por persona) y además cuentan con otro hotel en el centro de la ciudad, el Palermo, que tiene 9 piezas y recibe a un público más joven, “es más popular, más barato, cinco mil por persona y todos los precios son conversables”. “Esa es la ventaja de ser propietarios del hotel, siempre hablamos con los clientes, preferimos bajar un poco los precios antes de dejar una pieza vacía”.

El Hotel Café Suizo es atendido por sus dueños, Edwin Schneider y Grete Hansen, una pareja que llegó desde la IX región como viajantes y se instalaron en Pica, “más que nada por el clima, acá es verano todo el año”, creando su hotel con 4 piezas en 1998, para ampliar el 2003 a sus actuales nueve habitaciones en 2 pisos. Según Grete los meses más concurridos son enero y febrero en el verano y julio, por la fiesta de La Tirana y la carencia de hospedaje en ese pueblo. A cien metros de la Cocha, el Hotel Café Suizo es preferencia de viajantes europeos, que no ven inconvenientes en pagar sobre 20 mil pesos por una habitación matrimonial.

Explotando el Turismo
Se puede decir que Pica entendió que es un pueblo netamente turístico, algo que lo separa de otros pueblos al interior de la I región. Así involucraron otros elementos a su “paquete turístico”. Etnoturismo y agroturismo son las novedades que se encuentran en el oasis del desierto. La Hostería O´Higgins ofrece agroturismo a sus clientes, llevándolos a conocer una chacra de dos hectáreas, con 400 árboles, 200 limones, 200 naranjas y unos 5 mangos, donde les dan a conocer a los viajantes la historia del pueblo y su forma de agricultura, donde además se cosechan guayabas, toronjas y otras frutas que crecen de maravilla en el clima semitropical de Pica. También la empresa Sombra Verde se especializa en el agroturismo, con muchos destinos y formas de presentar esta modalidad de turismo.

El etnoturismo es más histórico, y es ofrecido por la empresa Inti Jatsu, esta forma de turismo es muy popular entre los extranjeros, al igual que el agroturismo, ya que los chilenos parecen no estar muy interesados en pasear conociendo el pasado y la herencia cultural del sector.

Pica se convirtió en un destino turístico internacional. Franceses, alemanes, argentinos, austriacos y holandeses visitan el oasis habitualmente, reconociendo su atractivo natural y la modernización que atravesó el poblado.

Pica creció y se hizo mejor, porque por mucho que cambien fachadas, el agua de La Cocha sigue en su temperatura habitual y el sabor de un buen jugo de mango natural nunca va a cambiar.

Fabián Cejas