Conclave de la Fruta. Propuestas de Flexibilidad laboral
Permanente Inversión Científica, Más Protección Sanitaria, Mejorar Imagen País
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Anónimo Lunes 6 de Agosto del año 2007 / 20:14

Bajo el nombre de Primer Cónclave Nacional de la Fruta, el próximo miércoles se realizará la mayor movilización de los últimos años en el agro chileno. El objetivo es ambicioso: proponer las bases para reinventar un rubro económico que pasa por un complicado momento.

"En el sector frutícola hay un clamor popular de que había que hacer algo significativo. Existe la sensación de que todos los documentos que preparamos y todas las conversaciones con el Gobierno no sirvieron", afirma Ronald Bown, presidente de la Asoex, impulsor del encuentro.

Eso sí, en la Asoex y Fedefruta, los organizadores del acto, recalcan que el objetivo de la movilización es hacer proposiciones y promover el diálogo con las autoridades y no quedarse en la mera crítica.

Claramente, el espíritu es otro. La crisis del sector terminó por decantar el acercamiento que desde hace un tiempo se registraba entre los productores y las empresas exportadoras de fruta.

"La realidad es muy distinta. Existen fruticultores que están exportando directamente y empresas exportadoras que están produciendo su fruta. Aunque hay diferencias respecto de ciertas prioridades, en el análisis general de la situación de la fruta estamos de acuerdo", reconoce Rodrigo Echeverría, presidente de Fedefruta.

Fortalecidos por la histórica unión, las propuestas de los fruteros abundan.

Respecto de la pesadilla del dólar, apuestan a la ampliación de los montos de inversión de las AFP en el exterior y a pagar los impuestos en esa divisa.

Sobre la gestión estatal, el anhelo transversal a todas las proposiciones del rubro es que salga de su mirada de corto plazo, acentuada por un período presidencial de cuatro años. La idea es que el diseño y aplicación de las políticas agrícolas siga objetivos de largo plazo, tal como lo hacen Sudáfrica y Nueva Zelandia, competidores de Chile.

La batería de argumentos será nutrida en Espacio Riesco. Se definieron cinco comisiones temáticas para levantar análisis y proposiciones. Durante la semana pasada se trabajó bajo presión reuniendo y procesando las mociones que los inscritos enviaron a través del sitio web del cónclave.

Los encargados de dar a conocer las conclusiones serán Diego Marín, para el área Laboral y de Capacitación; Francisco Duboy, Defensa del Patrimonio Fitosanitario; Jaime Lavados, Investigación, Desarrollo e Innovación; Arturo Costabal, Chile Potencia Alimentaria e Imagen País, y Cristián Allendes quedó a cargo de Infraestructura, Energía y Tarifas.

Algunas de las primeras conclusiones

1 Flexibilidad laboral 

Por estos días suena casi como una mala palabra. En la industria de la fruta están conscientes de que aumentar la flexibilidad en las relaciones laborales es la tarea más complicada que enfrentan.

Sin embargo, la tarea es ineludible. Según Diego Marín, el principal problema es que en la legislación laboral no se consideran las características propias de la industria de la fruta, como la concentración de tareas en un período muy corto. Por ejemplo, se limitan a dos las horas extraordinarias que un trabajador puede tener al día, las que deben, además, ser pactadas por escrito al momento de firmar el contrato.

Si a eso se agrega la escasez de mano de obra que hay en el campo, comienza a definirse claramente el problema.

Lo interesante es que son los mismos trabajadores los que quieren aumentar sus ingresos vía horas extraordinarias.

"Claramente, hay un desconocimiento de las características propias del negocio agrícola. Necesitamos una legislación que dé cuenta de los ciclos de la naturaleza", afirma Diego Marín.

Respecto de la falta de mano de obra en el campo también hay proposiciones.

Otro punto que se ve con especial interés es la agilización del proceso de contratación de mano de obra extranjera. Los fruteros señalan que en EE.UU., Nueva Zelandia y España existen mecanismos expeditos que permiten el ingreso de trabajadores temporales. Todo en un marco de protección a los derechos de los trabajadores.

Al respecto, la propuesta de los fruteros es aminorar el tiempo que demora el entregar una visa temporal de trabajo, pues en la actualidad ese proceso tarda más que la misma cosecha. Un elemento adicional es modificar el actual cupo de 15% de extranjeros en la plantilla de una empresa. En este sentido, una posibilidad que se baraja es que ese porcentaje sea en relación a todo un sector económico, como lo es la industria de la fruta.

2 Innovación permanente

El diagnóstico está claro, en la última década Chile se ha quedado atrás respecto de ciencia y tecnología aplicada a la industria de la fruta.

En estos años Nueva Zelandia desarrolló sus propias variedades de kiwi y manzanas, gracias a una inversión constante en investigación. El resultado son productos más apetecidos por los consumidores internacionales, lo que redunda en precios mejores.

El gran culpable de este retraso es la visión cortoplacista de las políticas públicas.

La cúspide de esta situación, a juicio de los fruteros, se alcanzó con el reciente lanzamiento de dos consorcios de mejoramiento genético de frutales.

¿Cuál es el problema? Su plazo de funcionamiento es de cinco años, mientras que el desarrollo de una nueva variedad toma unos quince años. Es decir, se utilizan impuestos de todos los chilenos en pos de una meta que no se puede alcanzar.

"Hay que sincerar la situación y tener una mirada de largo plazo. Hoy la principal preocupación pasa por llenar los formularios en forma correcta y cumplir con los tiempos estipulados, no en lograr metas reales. La situación actual es de una irracionalidad mayúscula. Toda vez que gracias al royalty minero existen fondos más que suficientes", afirma Jaime Lavados, director de la Fundación de Desarrollo Frutícola.

En este sentido, la propuesta sectorial pasa por dotar a los organismos de investigación actuales, como el Inia, de una institucionalidad independiente de los vaivenes políticos. Para ello se requiere de fondos que no varíen con cada discusión presupuestaria, tal como sucede en la actualidad. Una vía que se ve con buenos ojos es ligar la inversión científica a los impuestos que paga el sector frutícola, más un aporte del Estado, tal como sucede en Nueva Zelandia.

3 Problemas de imagen

Puede parecer un chiste lo que pasa con los kiwis chilenos en China.

 Los comerciantes de ese país acostumbran a reutilizar las cajas provenientes de Nueva Zelandia y colocar el producto chileno en esos envoltorios. Gracias a ese cambio de nacionalidad, la fruta puede venderse a un precio que supera con largueza el que proviene de este lado del Pacífico.

Como la calidad es similar, la explicación de esa diferencia está en la fuerte inversión en imagen país que hacen los oceánicos.

Los neozelandeses llevan promotores al área de verduras y frutas de los supermercados y publicitan sus alimentos a través de los medios de comunicación locales.

"Junto a la falta de recursos, nuestro principal problema es la falta de consistencia en las políticas de promoción. Llega un gobierno y lanza una campaña, después viene otro y cambia el eslogan. Para generar una percepción positiva entre los consumidores se requiere tiempo, si no el dinero se va a desperdiciar", afirma Arturo Costabal, gerente para Norteamérica de Unifrutti.

En todo caso, Chile tiene una base firme desde donde construir, pues entre las autoridades de gobiernos extranjeros se valora la seriedad de las instituciones locales, mientras que las empresas nacionales están consideradas entre las más eficientes del mercado mundial por parte de los importadores.

Para hacer un uso más eficiente de los recursos, entre los privados se apunta a que la gestión de la imagen país quede en manos de una institución público–privada única, a diferencia de hoy en que la responsabilidad se diluye entre varios ministerios y organismos estatales.

Esa medida se hace aún más urgente debido al público cuestionamiento que recibió en los últimos meses la actual conducción de ProChile.

4 Cuidar fronteras

La gota que colmó el vaso fue la aparición de múltiples focos de mosca de la fruta en Copiapó.

El problema golpeó duro a los agricultores de la zona donde se producen los primores de exportación.

Muchos de ellos quedaron imposibilitados de exportar en el inicio de la temporada, salvo que gasten más en tratamientos y packings especiales, cuando se obtienen los mejores precios.

Pero el brote del díptero también dañó el bolsillo de los chilenos, pues para terminarlo el Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, debió gastar cerca de un millón de dólares en medidas contra la plaga.

Lo concreto es que existe la sensación de que cada vez está en mayor riesgo el patrimonio fito y zoosanitario. La prueba más palpable es que mientras las exportaciones de alimentos corren como un Ferrari, el presupuesto del SAG avanza como una citroneta. Lo complicado para el sector alimentario es que cada año que pasa la brecha de recursos y el potencial exportador alimentario sólo aumenta y deja más desprotegido al organismo fiscalizador.

"Recientemente me tocó recorrer el país y ver que los funcionarios del SAG hacen una labor casi de apostolado, con poca infraestructura y en condiciones durísimas", afirma Francisco Duboy, presidente de los productores y exportadores de la VI Región.

Cómo la situación es complicada, las propuestas se multiplican.

Los fruteros estiman que se deben aumentar los controles fronterizos, poniendo especial cuidado con los innumerables pasos que las empresas mineras están abriendo en proyectos binacionales con Argentina.

También se requiere una fuerte campaña de información pública sobre los riesgos que significa para las exportaciones de alimentos chilenas la introducción de plagas a través de las fronteras nacionales.

La idea es que es mejor disuadir a los viajeros internacionales que simplemente multarlos por violar las normas.

Otro punto a trabajar es avanzar en las tareas preventivas. Un ejemplo claro son los catastros de ciudades para definir los puntos más vulnerables a la introducción de plagas por parte de viajeros.

Para una ciudad del tamaño de Rancagua esa medida tiene un costo de $60 millones. Así se pueden colocar las trampas en los lugares precisos y evitar desembolsar los casi $500 millones que cuesta erradicar un episodio de mosca de la fruta.

Dónde si hay total consenso es en aplaudir la mano firme del SAG frente a los recientes intentos de diplomáticos de vulnerar las fronteras e introducir alimentos.

5 Mayor conexión digital

Hoy es posible hacer casi todos los trámites que se requieren en la industria frutícola por internet: pagos a proveedores, emisión de boletas y cancelación de impuestos. Como si fuera poco también es posible tener acceso a las últimas cifras de producción y el pronóstico del tiempo para una microzona.

El único problema es que en buena parte del campo el acceso a internet es todavía una quimera.

"Vivo a un kilómetro y medio de Melipilla y no tengo acceso a banda ancha. La línea telefónica está cortada desde hace un año pues se robaron los alambres de cobre y la compañía no los ha repuesto", afirma Cristián Allendes, vicepresidente de Fedefruta.

Ese es un botón de muestra de un problema más general, las deficiencias en infraestructura que existen en el campo, sobre todo en lo que se refiere a tecnologías de la información.

Según los fruteros, es necesario aumentar el aporte del Estado a la conectividad rural, pues para las empresas de telecomunicaciones hoy no es rentable ampliar su cobertura a zonas con baja densidad de población.

Eduardo Moraga Vásquez.

( Revista del campo )

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