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Máquina mata-frío, Inventos Desprotegidos, Tratado de Cooperación de Patentes
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Anónimo Viernes 10 de Agosto del año 2007 / 11:38

Florencio Lazo, desarrollador de la "máquina mata-frío"

Calor sobre ruedas

La necesidad llevó a un agricultor a inventar una máquina para combatir las heladas.

 

26 de febrero 2004

Fuente: América Economía

Por:Francisca Vega

Nadie bebió en la fiesta de cosecha de 1991 en el campo del chileno Florencio Lazo. En un país de bebedores profesionales de vino, donde la cosecha de uvas y frutas se celebra con fiestas, una helada que congeló los campos en Rancagua, al sur de Santiago, aguó los festejos. La alarma sonó a las cuatro de aquella madrugada primaveral del 17 de octubre. Lazo y sus vecinos corrieron para intentar salvar los viñedos, usando el método convencional: quemar madera y petróleo, prender estufas de combustible y contratar un helicóptero para volar a baja altura sobre los cultivos. Pero el clima ganó la batalla. Con los labios púrpuras de frío, Lazo y sus trabajadores fueron testigos de la muerte de sus plantaciones de uva y ciruelos. La masa de aire polar de 6°C literalmente congeló el US$ 1 millón que planeaba exportar en frutas. "Me juré que nunca más vería mis cultivos congelados", dice Lazo.

Y comenzó a investigar cómo derrotar las heladas de forma barata. Con sus conocimientos de arquitecto, piloto civil, velerista –y por ende, en aerodinámica–, se transformó en inventor. Sorprendió a sus vecinos con maquetas de máquinas impulsoras de aire caliente, aunque pocos creían que su invento iba a funcionar. Armó y probó decenas de prototipos y, en 1997, Lazó llegó a una versión definitiva de su "máquina mata-frío".

Ésta consiste en un gran ventilador centrífugo de dos salidas, con un sistema de calefacción basado en gas licuado, que expulsan un chorro de aire caliente de sobre 100°C sobre las plantaciones. Los chorros de aire que salen de cada lado de la turbina tienen un alcance de 120 metros. Al montarse sobre un tractor que avanza a 10 km/h, permite elevar la temperatura en 0,5°C en los primeros 50 metros, y en 0,2° en los siguientes. Este incremento de temperatura del ambiente dura 10 minutos y cubre 15 hectáreas. Su autonomía de cinco horas de trabajo ofrece el tiempo suficiente para controlar una helada.

Su invento llamó la atención de agricultores de todo el mundo y de las revistas especializadas. Según una evaluación publicada en 1999 por investigadores del Departamento de Biometeorología de la Universidad de California, la gran gracia del invento "es su simplicidad y capacidad de combatir distintos tipos de heladas, como es la de advección (transmisión de calor por un movimiento horizontal de una masa de aire) y de radiación".

El mismo año el inventor recibió el Premio Nacional de Innovación de Chile. Dos años antes, en 1997, con la idea de transformar su idea en negocio y producir más máquinas, Lazo pidió ayuda del Fondo Nacional de Desarrollo Tecnológico y Producción, una entidad estatal chilena que financió parte de los US$170.000 que demandó el proyecto. "En sólo meses comenzaron a llegar pedidos de otros agricultores chilenos y pensé: esto ocurre una vez en la vida. Gané la lotería y llegó la hora de patentar".

Inventos (des)protegidos

La ley dice a los inventores que tienen derechos exclusivos sobre sus innovaciones, pero la realidad es bien distinta. Cuando son "pirateados", tienen que iniciar juicios que son largos y no les permiten obtener ningún tipo de indemnización económica.

Pese a que no participaron en las negociaciones, los inventores nacionales resultaron absolutamente beneficiados con los acuerdos comerciales que suscribió Chile, porque es gracias a ellos, y por exigencia de los países extranjeros, que finalmente mejorará la ley que los protege.

El gobierno hace tiempo que tenía pendiente perfeccionar la Ley de Propiedad Industrial, la 19.039. Pero nunca estuvo entre sus prioridades hacerlo. De hecho, no se cumplió el compromiso de tener en enero del 2000 la normativa adaptada al Acuerdo de Marrakech.

Pero ahora, la situación es distinta. Luego de años en que el proyecto de reforma durmió el sueño de los justos, por la presión de nuestros socios comerciales hace unos meses se le dio suma urgencia. La meta es que el Presidente Ricardo Lagos pueda anunciar su aprobación durante el mensaje del 21 de mayo.

Pero esa es sólo la primera de las mejoras.

Luego viene un fortalecimiento de la institucionalidad, mediante la creación de un Instituto de Propiedad Industrial, que reemplazará al actual Departamento de Propiedad Industrial, que es el organismo dependiente del ministerio de Economía responsable de reconocer la creatividad de quien desarrolle una solución novedosa a un problema tecnológico, recompensándolo con una patente que le otorga los derechos exclusivos para producir, vender o comercializar y explotar de cualquier forma su creación.

Adicionalmente, el 2007 deberá estar adaptada nuestra legislación al Tratado de Cooperación en Materia de Patentes y lo mismo debe ocurrir el 2009 repecto del Tratado sobre Derechos de Marcas y la Convención de Bruselas.

Cuando culminen estos perfeccionamiento legales quedará claro si somos genéticamente menos inteligentes y poco creativos, o si la razón por la que los chilenos sean titulares de menos del 10% de las patentes que se otorgan en el país es simplemente que tenemos un sistema que no ha incentivado la realización de este trámite.

Problemas en la justicia

"A uno le roban la billetera, pero sólo le copian una idea". Con ese giro lingüístico el inventor Florencio Lazo - ver recuadro- grafica que en Chile no existe conciencia de que es un delito grave vulnerar la propiedad industrial.

Lazo sabe de lo que habla: en un taller de Rancagua le copiaron una máquina que tiene patentada, que combate las heladas en la agricultura. Alcanzaron a fabricar unas 300, que vendían a US$5 mil, mientras que la original cuesta US$6 mil.

En mayo del año pasado inició un juicio que seis meses después permitió la incautación de las máquinas. El representante de Lazo, el abogado Matías Somarriva de Cariola, Díaz, Pérez-Cotapos Sargent & Krahn, dice que usualmente toma bastante más tiempo lograr dicha orden.

El socio del estudio Larraín y Asociados, el abogado Pablo Ruiz Tagle, explica que los procesos en tribunales suelen eternizarse porque se trata de materias muy técnicas, que escapan del área habitual de trabajo y conocimiento de los jueces. A esto se suma que el proceso de prueba es complejo.

Es la lentitud de los procesos la razón por la que prácticamente ningún caso llega a sentencia. Más aún, se estima que alrededor del 30% de las infracciones nunca ingresan a tribunales.

Las infracciones a la Ley de Propiedad Industrial generalmente se resuelven con acuerdos extrajudiciales, que suelen ser de dos tipos. El primero es que se incautan los productos y el infractor se compromete a no volver a vulnerar los derechos del titular de la patente. La segunda alternativa es que se autorice la comercialización a cambio del pago de una licencia, sumando en algunos casos una cuota inicial por las ventas que se realizaron en el pasado sin pagar derechos.

El abogado Juan Pablo Egaña, también de Cariola, Díaz, Pérez-Cotapos Sargent & Krahn, dice que aunque no existen valores precisos, los titulares de patentes exigen entre el 3 y 7% del valor de venta del producto para otorgar una licencia.

Egaña agrega que otro desincentivo para continuar hasta la sentencia es que por tratarse de acciones criminales, como máximo se logrará detener el delito y la aplicación de una multa a beneficio fiscal, que puede fluctuar entre 100 y 500 UTM ($2.950.000 a $14.750.000).

Quien aspire a una compensación económica, una vez que logre la sentencia en la parte criminal, tendrá que iniciar un juicio indemnizatorio, esta vez en la justicia civil.

"Chile es de los pocos países en que estos delitos están en la justicia criminal y no en la civil", observa el abogado Marino Porzio, presidente de la Asociación Chilena de Propiedad Industrial y ex vicedirector de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI).

El proyecto que se tramita en el Congreso corrige este problema: quienes vean sus patentes de invención vulneradas podrán optar entre un juicio criminal por dolo o uno civil indemnizatorio.

Además, se elevan las multas a beneficio fiscal a entre 25 y 1.000 UTM.

Otro de los cambios legales es que se aumenta de 15 a 20 años el período durante el cual el titular de la patente tiene los derechos exclusivos de explotación comercial, contados desde el momento en que se presenta la solicitud de la misma. Pasado ese tiempo, los inventos pasan a ser de dominio público y cualquier persona puede utilizarlos libremente.

La contrapartida a estos mayores beneficios es que aumenta a US$ 900 el costo de obtención de una patente. Actualmente se cobran US$ 543. De ese monto, US$112 son a beneficio fiscal y US$431 van a pagar al perito, quien revisa los registros nacionales e internaciones para verificar que se trate de algo nuevo. Ésta es una labor que se facilitó bastante gracias a internet.

Al subir el cobro se llega al promedio latinoamericano, pero por debajo de países como Argentina, donde el monto es

US$ 1.000, Japón con US$ 3.300, Estados Unidos con US$ 9.100 y Europa con US$18.975. Si a estos valores se les suman los honorarios de los abogados, se llega a que el costo promedio de obtener una patente en el extranjero es US$ 10 mil.

Con el mayor pago que harán quienes soliciten patentes crecerá de US$7 millones a US$12 millones la recaudación fiscal por este concepto.

Pero según Marino Porzio no basta con cambiar la ley. Recomienda que además se den instrucciones más precisas a las policías, para que velen por la protección de la propiedad industrial. Una materia pendiente en este sentido es controlar efectivamente la comercialización de productos piratas, que muchas veces está violando patentes de invención.

A la caza de inversionistas

Como la ley no brinda las facilidades suficientes para perseguir y sancionar a quienes no están respetando las patentes, para los inventores no es fácil encontrar socios capitalistas interesados en emprender la aventura de producir estos nuevos productos y ponerlos en el mercado.

"A este tipo de inversiones se les considera de riesgo", comenta el abogado Rodrigo Cooper.

Entre quienes están actualmente buscando inversionistas está Sergio Robles: tras desembolsar alrededor de US$ 500 mil en registrar sus llaves con sistema identificador en 50 países, ahora está en conversaciones con una empresa asiática para producirlas.

Un camino totalmente distinto siguió Patricio Valdés. Él decidió buscar un inversionista antes de registrar su invento para no tener que financiar solo el fuerte desembolso de dinero que se desata en cuanto se ingresa la solicitud de patente en la DPI.

Y es que a partir de ese momento comienza a correr un plazo de un año para solicitar la misma protección en todos los países en los que se quiera contar con protección. Esto dado que las patentes son territoriales, es decir, protegen sólo dentro del país que la otorgó.

Cumplido el plazo de un año se pierde el derecho preferente para hacer el registro, por lo que se lo queda el primero que llegue a pedirlo, independientemente de que no sea el verdadero inventor.

"Si uno no tiene un negocio visto, no vale la pena hacer el desembolso de patentar el invento en todo el mundo", dice Patricio Valdés, quien no accede a contar de qué se trata de creación. La explicación para su silencio es que una de las condiciones para patentar es que se trate de un conocimiento al que nadie haya tenido acceso. Sólo así se considerará que se trata de algo nuevo.

Pero al no patentar se corre el peligro de que la existencia de este invento trascienda y se haga pública o llegue a oídos de alguien que se adelante en pedir la patente.

Claro que éstos son sólo un par de riesgos más dentro de la azarosa vida de los inventores chilenos.

Lo que se puede proteger

Para obtener el derecho exclusivo sobre una creación se debe hacer la solicitud en el Departamento de Propiedad Industrial, ubicado en Moneda 970, Piso 10, Santiago. También se puede hacer el trámite a través de la página web www.dpi.cl.

En Chile existe protección para cuatro categorías de registros:

Patente de Invención: Es un derecho de exclusividad para explotar una invención dentro del territorio nacional por un periodo de 15 años. Los requisitos para obtenerla son novedad, tener actividad o nivel inventivo y poseer aplicación industrial.

Diseño Industrial: Es una patente que se aplica a toda forma tridimensional que sirva de patrón para la fabricación de otras unidades y que se distinga de sus similares. Tiene una vigencia de 10 años.

Modelo de Utilidad: Se da un derecho de explotación exclusiva por diez años a quien realice una configuración o forma tridimensional nueva que permita una mejor utilización de objetos existentes o partes de los mismos.

Marcas Comerciales: Quien registre una marca recibe derechos exclusivos para su uso y explotación.

Para no confundir las llaves

Existe una relación inversa entre la simpleza del invento de Sergio Robles y su utilidad.

Para acabar con la larga e irritante búsqueda de la llave correcta dentro de un abundante manojo, este ex industrial inventó un sistema identificatorio: la introducción de un dispositivo o etiqueta con el nombre de la cerradura que abren.

Este método aparece como más eficiente que colocar anillos de goma de distintos colores. Y es que cuando dentro del manojo la llave roja es la de la puerta principal de la casa y la azul para el portón, por poner un ejemplo, está todo bien. Los problemas surgen cuando son cinco o más colores los que se deben recordar.

Como se trata de un invento de consumo masivo, Sergio Robles lo patentó en cincuenta países, además de Chile. Personalmente financió estos trámites.

Ahora está en conversaciones con un socio asiático para que financie la producción y comercialización del producto.

Este chileno no es nuevo en estas lides. Antes, mientras vivía en España, inventó un sistema de ensamblaje de muebles, apósitos para veterinarios y algunos juegos.

Revolución en la agricultura

Florencio Lazo diseñó una máquina que expulsa aire caliente para combatir las heladas en los campos. Suena simple, pero ha provocado tal revolución en la agricultura, que la DPI lo menciona dentro de los inventos chilenos más exitosos.

Es que cuando las bajas temperaturas amenazan los cultivos, antes la única alternativa era disponer de unos 1.000 litros de petróleo y 200 chonchones - tarros con fuego- por cada hectárea. Con este invento para abarcar la misma superficie bastan 15 kilos de gas.

La solicitud de patente en Chile la ingresó el 27 de noviembre de 1996, pero la obtuvo recién en marzo de 2003, "después de un acucioso, largo y extenuante proceso". Estados Unidos, Australia, China, Nueva Zelandia y varios países europeos le habían autorizado ya el registro para entonces.

Este exportador de frutas, de profesión arquitecto, estima que ha vendido entre 800 y 900 máquinas en el mundo. De ellas, 475 se fabricaron en Chile para el abastecimiento interno y la exportación a países como Nueva Zelandia y Honduras. Su precio ronda los US$6 mil.

Algo más caras son las máquinas que produce la fábrica con la que Florencio Lazo se asoció en Bélgica. "Las Lazo Frostbuster cuestan US$14 mil porque se modificaron para cumplir con las normas de la comunidad europea".

Las máquinas que se venden en Estados Unidos, bajo el nombre Lazo Frost Dragon, las fabrica una compañía en Michigan que tiene la licencia. El precio de comercialización es US$10 mil.

Junto con confesar que ya recuperó la inversión, anuncia un nuevo invento, "creo que de mucho mayor impacto a nivel mundial". Las malas experiencias con la patente en Chile lo llevaron a pedirla esta vez en Estados Unidos.


http://www.ceo.cl/609/printer-60357.html

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